- Guisado Barrilado R. El paciente con pancreatitis. En: Rayón E. Manual de Enfermería Medico-quirúrgica. Vol 1. Madrid: Editorial Síntesis; 1999. p 311-320
Para esta bibliografía
he escogido la pancreatitis, concretamente la crónica, la cual aparece muy bien
explicada y delimitada en apartados en el libro que he escogido.
Se
define como una inflamación crónica del páncreas que
ocasiona un deterioro progresivo e irreversible de la estructura anatómica y de
las funciones endo y exocrinas. Suele afectar al sexo masculino, sobre todo
entre la tercera y la cuarta década de la vida.
Se relaciona con tres causas importantes: 1) Alcohol. Que actúa como tóxico
favoreciendo la acumulación de grasa en las células acinares y la activación
intracelular de las enzimas. Altera la regulación de la secreción pancreática
incrementando las proteínas pancreáticas. Se produce un enlentecimiento del
flujo de la secreción en el interior de los canalículos, precipitan las
proteínas y se taponan los conductillos, teniendo predilección por el calcio y
formándose cálculos en el interior del órgano. Así se produce la atrofia de su
parénquima y la sustitución del tejido noble por el fibroso. 2) Factores dietéticos. Influyen las dietas
lipoproteícas, con exceso o déficit de elementos o metaloenzimas. 3) Predisposición genética.
Procederé tras esta
breve presentación a comentar el proceso
enfermero que se debe llevar a cabo. Se comienza con una valoración del paciente. Para ello se
realiza una entrevista con la que se
obtienen los siguientes patrones funcionales alterados: patrón
percepción-manejo de la salud; nutricional metabólico; de eliminación;
actividad-ejercicio; cognitivo perceptual y autopercepción-autoconcepto. Como
podemos ver, es un gran número de patrones los que esta patología afecta.
También se realizará una exploración
física. Si en ella encontramos ascitis, apunta gravedad y obliga a la
cirugía temprana. Podemos observar el abdomen distendido, doloroso a la
palpación en epigastrio e hipocondrio derecho y reducción o ausencia de ruidos
hidroaéreos. Esto junto con la presencia de coloración azulada en la zona
periumbilical, indica gravedad. Además podemos recurrir a los procedimientos diagnósticos tales como
las pruebas de laboratorio (de enzimas pancreáticas, de las heces…), técnicas
de imagen (radiología directa, resonancia nuclear magnética…).
Continuaré
con algunos diagnósticos
relacionándolos con sus intervenciones:
Dolor (medirlo mediante escala
numérica, administrar analgésicos, mantener con diera absoluta hasta que este
remita…). Déficit del volumen de líquidos (realizar el balance hídrico diario,
reponer líquidos con soluciones salinas, administrar anitieméticos prescritos…)
Alteración de la nutrición por defecto (empezar
a dar una alimentación rica en carbohidratos y proteínas en cantidades
pequeñas, evitando las grasas, el té, el café, alcohol…) Estreñimiento y/o diarrea (observar cantidad y aspecto de las
heces, inspección y auscultación de los ruidos hidroaéreos para detectar un
posible íleo paralítico…) Intolerancia a
la actividad física (recomendar reposo absoluto, adoptar una postura
antiálgida como decúbito lateral izquierdo…) Riesgo del deterioro del intercambio gaseoso (monitorizar al
enfermo en busca de signos que anuncien el shock, como taquipnea, hipotensión,
diminución de la duiresis…).
Para
finalizar, hablaré de los resultados
que se esperan alcanzar. El dolor debe haber desaparecido; el balance
electrolítico se habrá equilibrado junto con la recuperación de la turgencia de
la piel y la humedad de las mucosas; la presión arterial será normalizada, al
igual, que la diuresis; el enfermo recuperará su peso normal; desaparecerá la
esteatorrea y se habrán normalizado los niveles de glucosa; el paciente tomará
consciencia de la necesidad de dejar el hábito del consumo alcohólico…
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