miércoles, 12 de noviembre de 2014

BIBLIOGRAFÍA 8: Pancreatitis crónica.



  •  Guisado Barrilado R. El paciente con pancreatitis. En: Rayón E. Manual de Enfermería Medico-quirúrgica. Vol 1. Madrid: Editorial Síntesis; 1999. p 311-320


Para esta bibliografía he escogido la pancreatitis, concretamente la crónica, la cual aparece muy bien explicada y delimitada en apartados en el libro que he escogido.

Se define como una inflamación crónica del páncreas que ocasiona un deterioro progresivo e irreversible de la estructura anatómica y de las funciones endo y exocrinas. Suele afectar al sexo masculino, sobre todo entre la tercera y la cuarta década de la vida.

Se relaciona con tres causas importantes: 1) Alcohol. Que actúa como tóxico favoreciendo la acumulación de grasa en las células acinares y la activación intracelular de las enzimas. Altera la regulación de la secreción pancreática incrementando las proteínas pancreáticas. Se produce un enlentecimiento del flujo de la secreción en el interior de los canalículos, precipitan las proteínas y se taponan los conductillos, teniendo predilección por el calcio y formándose cálculos en el interior del órgano. Así se produce la atrofia de su parénquima y la sustitución del tejido noble por el fibroso. 2) Factores dietéticos. Influyen las dietas lipoproteícas, con exceso o déficit de elementos o metaloenzimas. 3) Predisposición genética.

Procederé tras esta breve presentación a comentar el proceso enfermero que se debe llevar a cabo. Se comienza con una valoración del paciente. Para ello se realiza una entrevista con la que se obtienen los siguientes patrones funcionales alterados: patrón percepción-manejo de la salud; nutricional metabólico; de eliminación; actividad-ejercicio; cognitivo perceptual y autopercepción-autoconcepto. Como podemos ver, es un gran número de patrones los que esta patología afecta. También se realizará una exploración física. Si en ella encontramos ascitis, apunta gravedad y obliga a la cirugía temprana. Podemos observar el abdomen distendido, doloroso a la palpación en epigastrio e hipocondrio derecho y reducción o ausencia de ruidos hidroaéreos. Esto junto con la presencia de coloración azulada en la zona periumbilical, indica gravedad. Además podemos recurrir a los procedimientos diagnósticos tales como las pruebas de laboratorio (de enzimas pancreáticas, de las heces…), técnicas de imagen (radiología directa, resonancia nuclear magnética…).
Continuaré con algunos diagnósticos relacionándolos con sus intervenciones: Dolor (medirlo mediante escala numérica, administrar analgésicos, mantener con diera absoluta hasta que este remita…).  Déficit del volumen de líquidos (realizar el balance hídrico diario, reponer líquidos con soluciones salinas, administrar anitieméticos prescritos…) Alteración de la nutrición por defecto (empezar a dar una alimentación rica en carbohidratos y proteínas en cantidades pequeñas, evitando las grasas, el té, el café, alcohol…) Estreñimiento y/o diarrea (observar cantidad y aspecto de las heces, inspección y auscultación de los ruidos hidroaéreos para detectar un posible íleo paralítico…) Intolerancia a la actividad física (recomendar reposo absoluto, adoptar una postura antiálgida como decúbito lateral izquierdo…) Riesgo del deterioro del intercambio gaseoso (monitorizar al enfermo en busca de signos que anuncien el shock, como taquipnea, hipotensión, diminución de la duiresis…).
Para finalizar, hablaré de los resultados que se esperan alcanzar. El dolor debe haber desaparecido; el balance electrolítico se habrá equilibrado junto con la recuperación de la turgencia de la piel y la humedad de las mucosas; la presión arterial será normalizada, al igual, que la diuresis; el enfermo recuperará su peso normal; desaparecerá la esteatorrea y se habrán normalizado los niveles de glucosa; el paciente tomará consciencia de la necesidad de dejar el hábito del consumo alcohólico…




No hay comentarios:

Publicar un comentario