- Smith DJ. Intervención Enfermera. Cuidado postoperatorio. En: O’ Brien PG, Giddens JF, Bucher L. Enfermería Medicoquirúrgica. Valoración y cuidados de problemas clínicos. Vol 1. 6ª ed. Madrid: Elsevier; 2004. p 405-426.
En esta ocasión he decidido
escoger este libro porque voy a hablar del proceso posoperatorio, haciendo una
breve descripción del mismo y centrándome en el problema posoperatorio de la
función cardiovascular y las intervenciones para la misma ya en la unidad
clínica. Esto viene muy bien explicado en uno de los apartados y además se
acompañan algunas de las indicaciones con dibujos, con lo que me parece que
queda muy claro.
Como ya he dicho, comenzaré con
una referencia a lo que es el proceso
posoperatorio, el cual, comienza inmediatamente después de la cirugía y
continúa hasta que el paciente es dado de alta.
En esta parte del proceso
perioperatorio hay que tener en cuenta una serie de complicaciones potenciales
que se pueden dar tanto en la sala de despertar quirúrgico como ya en la unidad
clínica y, de las cuales, habría que hacer una valoración enfermera, uno o
varios diagnósticos y un plan de ejecución o tratamiento. Por ello, la
enfermera de la UCPA debe proporcionar un informe verbal acerca del paciente a
la enfermera que lo recibe en esta unidad clínica. Así se podrá tener cuidado y
vigilar aquellos síntomas más preocupantes.
Son complicaciones importantes los problemas potenciales de la función
respiratoria, de la función urinaria, la gastrointestinal, las alteraciones de
la piel, de la función psicológica…
Pero yo me voy a centrar en los problemas de la función cardiovascular
en esta unidad clínica. Las causas pueden encontrarse en los
desequilibrios hidroelectrolíticos como resultado de la respuesta del organismo
al estrés de la cirugía, la pérdida excesiva de líquidos y la reposición
hídrica intravenosa inadecuada. El síncope (desmayo) es otro factor que refleja
la situación cardiovascular, ya que, puede ser indicativo de un gasto cardíaco
disminuido, escasez de líquidos o defectos de la perfusión cerebral y es más
frecuente en pacientes ancianos o aquellos que han estado inmovilizados durante
un periodo de tiempo prolongado.
Las intervenciones incluyen una valoración específica que incluiría la
monitorización de la presión arterial, la frecuencia cardiaca, el pulso, la
temperatura y el color de la piel de forma frecuente y comparar los resultados
con las otras dos fases del proceso perioperatorio. Una serie de posibles diagnósticos que podrían ser:
disminución del gasto cardíaco, volumen hídrico deficiente o excesivo,
perfusión tisular ineficaz, intolerancia a la actividad o una tromboembolia. Y,
por último, algunas ejecuciones como
mantenerse un registro preciso de los aportes y las pérdidas durante el período
posoperatorio y monitorizarse los hallazgos de laboratorio, mantener un cuidado
adecuado y regular de la boca mientras que el paciente no puede recibir bebidas
ni comida para combatir la sed que es una molestia muy desagradable. Además hay
que estimular los ejercicios con las piernas de 10 a 12 veces cada 1 o 2 horas
mientras que el paciente esté despierto facilitando así el retorno venoso en
las extremidades inferiores. Por otra parte, el uso de heparinas no
fraccionadas o heparinas de peso molecular bajo es una medida para la trombosis
venosa y la embolia pulmonar. Para finalizar, destacar también que la enfermera
puede evitar el síncope cambiando lentamente al paciente de posición (por
ejemplo en la incorporación, levantamos primero la cabeza durante unos minutos
y después le ayudamos a sentarse en el borde de la cama vigilando siempre el
pulso radial).