EL PROCESO DE VALORACIÓN DE ENFERMERÍA.
- Williams LS, Hopper PD. Pensamiento crítico y el proceso de la enfermería. En: Enfermería Medicoquirúrgica. 3ª ed. México DF: Mc Graw-Hill; 2007. p. 5-7
- Smeltzer SC, Bare BG. Valoración de la salud. En: Brunner y Suddarth. Enfermería Medicoquirúrgica. Vol 1. 10ª ed. México DF: Mc Graw-Hill; 2005. p. 67-78
He decidido escoger
estos dos libros porque me aportan la información necesaria para comprender la
materia impartida en clase sobre “el proceso de valoración de enfermería”,
además, se complementan y viene todo muy claro, con ejemplos y definiciones. Son
libros extensos de donde podemos sacar la información pertinente para llevar a
cabo un proceso correcto de valoración, ya que esto es clave para seguir con el
resto del proceso.
Las personas recurren a buscar ayuda a los profesionales
cuando algo no va bien, cuando sienten que hay alguna molestia o problema que
resulta un impedimento para su vida cotidiana. En este momento es cuando
entramos en juego los enfermeros, como profesionales de la salud, nuestra labor
es diagnosticar el problema o problemas del usuario y ayudarle.
Pues bien, para ello utilizamos el denominado “proceso de
valoración de enfermería”, este proceso se basa en la recogida de datos, tanto
objetivos como subjetivos, para llegar a elaborar un diagnóstico correcto. El
proceso de valoración incluye: una observación estructurada, una entrevista
personal, exploración física y exploraciones complementarias.
La observación del paciente es un método que nos puede dar
mucha información acerca del usuario.
Debemos fijarnos en el estado de salud del paciente (si está bien, está
cansado, se siente mal), el estado de conciencia (si está atento, inquieto,
desorientado), la postura que tiene, si al hablar tartamudea, si tiene mal
aliento, su olor corporal como es. Todo ello nos ayudará a complementar
información junto con la entrevista y la exploración física.
Hay que tener en cuenta algunos aspectos muy importantes a
la hora de llevar a cabo la entrevista, como la comunicación con el paciente,
debemos transmitir confianza, no presionarlo, entenderlo y escucharlo,
observarlo (complementa la información), animarlo y no juzgarlo por sus
creencias o ideas. Además, de la aportación de datos que nos da el usuario
también podemos recurrir a una recogida de datos secundaria como es la historia
clínica, la familia, en caso de personas drogodependientes que recurren a la
negación, niños,… Para llevar una entrevista organizada podemos hacernos un
esquema utilizando los patrones funcionales de Marjory Gordon (tabla 1).
Debemos emplear preguntas abiertas y verbos que animen al paciente a contarnos
lo que siente, no interrumpirlo, hacerle ver las contradicciones, mostrar
empatía, focalizar las preguntas en el problema principal.
El siguiente paso es la exploración física, que trata de 4
fases: inspección, auscultación, palpación y percusión. Todas ellas, deben
explicarse al paciente y realizarlas teniendo presente la humanización,
trabajamos con personas, no con objetos. Para realizarla de una forma
sistemática y efectiva podemos emplear la guía de la cabeza a los pies.
Después procederemos a hacer algunas pruebas complementarias
si fueran necesarias como exámenes bioquímicos e inmunológicos.
Al final de la valoración, habremos logrado realizar un
diagnóstico del paciente.
Es importante que la valoración sea un proceso continuo que
va hasta el final, siempre se podrán ir incluyendo nuevos datos que nos ayuden
y nos ayudará a evaluar resultados e identificar nuevos problemas.
Bibliografía tabla: http://zl.elsevier.es/es/revista/trastornos-adictivos-182/enfermeria-adicciones-el-modelo-teorico-h-peplau-13045095-area-clinica-2003
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